domingo, 3 de mayo de 2009

Un expresso extra...



Semiología y Medicina.

Barthes nos presenta en su texto una mirada semiológica del “lenguaje” médico, concibiéndolo como un sistema de signos, al igual que el sistema de signos lingüísticos.
Cuando la Semiología propuesta por Saussure comenzó a ganar fama internacional se decidió reemplazar términos; lo “semiológico” por lo “semiótico”, reservando lo semiótico a la lingüística y lo semiológico a lo médico. De hecho, se comenzaría a llamar a toda ciencia de los signos “no médica” con el nombre de semiótica
Así, para Littré (Barthes, p271)la semiología era la ciencia de los signos de las enfermedades, reservada al área médica. Sin embargo, tanto semiología como semiótica están basadas en un mismo sistema, en la estructura, en la concepción del signo. Aquí Barthes propone al lenguaje médico como un sistema regido por reglas similares al sistema de signos de la lingüística.
El autor menciona la diferencia entre “síntoma” y “signo”. Síntoma vendría a ser la “forma bajo la cual se presenta la enfermedad”, el “fenómeno” que posibilita el estado de enfermedad. Sin embargo este no alcanza el grado de signo, pues la idea de síntoma no adjunta un desciframiento, una decodificación de un sistema, sino un anticipo a este descubrimiento. Vendría a ser la sustancia y no la forma, si ejemplificásemos con Hjemslev.
El médico es el encargado de transformar el síntoma en signo, al trabajarlo como una dualidad: en una de las caras está el continumm de síntomas y en la otra la enfermedad. Este continumm debe ser analizado, exteriorizado, fragmentado en muchos significantes , etc. para lograr dar con la enfermedad. Así, el signo médico implica un dominio de tiempo, pues concibe a la enfermedad como una duración. Pasa a ser entonces anamnésico, dice lo que sucedió; pronóstico, dice lo que sucederá; y diagnóstico, dice lo que sucede.
El signo médico entonces puede ser comparado con los elementos estructurales de la oración, a los sintácticos, pues estos poseen un dominio temporal sobre el “tiempo de la oración”. Así también el signo médico posee un enfoque temporal al significar una enfermedad que posee una duración limitada en el tiempo.
Hasta el momento Barthes postula que el signo médico significa una enfermedad, así como el significante y el significado lo hacen en la lingüística. Sin embargo el signo médico necesita de un “soporte corporal”, no así el de la lengua en donde los fonemas no se soportan por una materia ajena a ellos. Ejemplo: un signo de gastritis: el dolor de estómago, necesita del estómago para ser signo. No puede existir el dolor de estómago sin existir antes el estómago.
Los signos médicos actúan en conjuntos de combinatoria: un conjunto de signos (fiebre, moco, tos, etc.) aluden a un significado (el resfrío). Sin embargo Barthes nos dice que también existen signos puros, o sea, signos que sin combinarse con otros significan una enfermedad. (como sucede con los Down, en dónde su característica facial peculiar alude única e instantáneamente al síndrome).
Además menciona que existen signos que remiten a sí mismos, o dicho de otra manera signos que son la enfermedad misma, como por ejemplo los de una enfermedad dermatológica que consiste en la aparición de manchas en la piel, siendo estas manchas los signos y la enfermedad a la vez. Lo compara con la autonimia lingüística, en la cual un signo se demuestra mediante el mismo.
Por último compara ambos lenguajes (el de la lengua y el médico) proponiendo que ambos poseen doble articulación, o sea, que con un número limitado de elementos (fonemas, palabras, signos médicos) se puede significar infinitos significados (ideas, enfermedades). Así los distintos signos médicos pueden repetirse en distintas enfermedades, pero en combinaciones distintas.
[…]la debilidad muscular, que podía pertenecer a la hidropesía; la palidez que podía pertenecer a las llamadas “obstrucciones”; las manchas en el cuerpo, que podían pertenecer a la viruela; las inflamaciones en las encías, que podían ser provocadas por acumulación de sarro: pero si se separan estos signos de cierto complejo, y se los reúne a todos en otro complejo se forma otra enfermedad: el escorbuto. Es decir, que se trata en el fondo de signos que pertenecen a distintas enfermedades y sólo su agrupación produce una especialidad mórbida que queda determinada en el esquema mismo de la doble articulación. (Barthes, 276)
Barthes, Semiología y medicina.

4 comentarios:

  1. Me pregunto (aunque no se si es tan pertinente), que pasa con las enfermedades asintomáticas?, osea no se encontraría el signo, o no sería signo hasta que tuviera un significado?, porque el significado está, por ejemplo en un tumor en el cerebro que no presenta sintomas, esta el significado (cerebro), pero el signo??? bueno ojala quede claro mi duda, gracias. Carolina M.

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  2. Me tinca que la cosa va por lo que dice Barthes acá (en realidad me estoy auto-citando jaja): "Además menciona que existen signos que remiten a sí mismos, o dicho de otra manera signos que son la enfermedad misma, como por ejemplo los de una enfermedad dermatológica que consiste en la aparición de manchas en la piel, siendo estas manchas los signos y la enfermedad a la vez. Lo compara con la autonimia lingüística, en la cual un signo se demuestra mediante el mismo."

    El tumor cerebral es signo y enfermedad a la vez; el signo ES el significado y viceversa.
    Saludos.

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  3. Me parece interesante el planteamiento que se hace, sin embargo me quedan ciertas dudas sobre el ejemplo dado de las persona con síndrome de Down, que por sus rostros peculiares son reconocibles enseguida, situación que le da valor de "signo puro" a este síntoma en relación a la enfermedad. Respecto a esto me pregunto, ¿no es acaso descomponible en una serie de síntomas este "Rostro peculiar"?
    En efecto estas características son enumerables, entre ellas están: orejas redondas de implantación baja, puente nasal deprimido, hendidura palpebral etc. Dado esto digo que es esta serie de características las que remiten únicamente al síndrome de Down, sin embargo esto no le da el estatus de valor puro respecto a la enfermedad a ninguna de ellas, y el decir que la característica facial peculiar es un valor puro respecto a esta enfermedad, constituye una amalgama de síntomas al punto en que esta nos deja como único referente dicha enfermedad, situación que puede repetirse con cualquier enfermedad y sus síntomas.
    Sebastián Soler

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  4. Me tinca que va por el lado de que este "signo puro" no necesita de "otro" signo que lo acompañe para que signifique la enfermedad, aunque en efecto el signo esté acompañado de otros signos. Puede ser el caso del acné en el que mirando los granos ya se sabe que el paciente posee acné, sin necesidad de conocer los otros signos,como el desorden hormonal, la presencia de bacterias o las glándulas de sebo alteradas.
    En realidad el sídrome de Down se puede desglosar en más signos, pero al parecer lo que proponía Barthes era que con ver el rostro de los Down (sea o no un conjunto de signos) el resto de los signos no eran necesarios para conocer que se estaba ante un Down.
    Saludos.

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