martes, 5 de mayo de 2009

Y, ahora, a entender

Si tomamos el estructuralismo como sistema, en el sentido de que todos los elementos que lo componen, son dependientes y complementarios y unos de otros, y que independientemente no tienen sentido y la estructura ya no es la misma. En relación con la semiología, cabe decir que esta es la ciencia que estudia los signos, y en una estructura, estos se comportan como cualquier elemento de ella. El sistema de la Moda es un buen ejemplo para graficar este comportamiento.

domingo, 3 de mayo de 2009

Un expresso extra...



Semiología y Medicina.

Barthes nos presenta en su texto una mirada semiológica del “lenguaje” médico, concibiéndolo como un sistema de signos, al igual que el sistema de signos lingüísticos.
Cuando la Semiología propuesta por Saussure comenzó a ganar fama internacional se decidió reemplazar términos; lo “semiológico” por lo “semiótico”, reservando lo semiótico a la lingüística y lo semiológico a lo médico. De hecho, se comenzaría a llamar a toda ciencia de los signos “no médica” con el nombre de semiótica
Así, para Littré (Barthes, p271)la semiología era la ciencia de los signos de las enfermedades, reservada al área médica. Sin embargo, tanto semiología como semiótica están basadas en un mismo sistema, en la estructura, en la concepción del signo. Aquí Barthes propone al lenguaje médico como un sistema regido por reglas similares al sistema de signos de la lingüística.
El autor menciona la diferencia entre “síntoma” y “signo”. Síntoma vendría a ser la “forma bajo la cual se presenta la enfermedad”, el “fenómeno” que posibilita el estado de enfermedad. Sin embargo este no alcanza el grado de signo, pues la idea de síntoma no adjunta un desciframiento, una decodificación de un sistema, sino un anticipo a este descubrimiento. Vendría a ser la sustancia y no la forma, si ejemplificásemos con Hjemslev.
El médico es el encargado de transformar el síntoma en signo, al trabajarlo como una dualidad: en una de las caras está el continumm de síntomas y en la otra la enfermedad. Este continumm debe ser analizado, exteriorizado, fragmentado en muchos significantes , etc. para lograr dar con la enfermedad. Así, el signo médico implica un dominio de tiempo, pues concibe a la enfermedad como una duración. Pasa a ser entonces anamnésico, dice lo que sucedió; pronóstico, dice lo que sucederá; y diagnóstico, dice lo que sucede.
El signo médico entonces puede ser comparado con los elementos estructurales de la oración, a los sintácticos, pues estos poseen un dominio temporal sobre el “tiempo de la oración”. Así también el signo médico posee un enfoque temporal al significar una enfermedad que posee una duración limitada en el tiempo.
Hasta el momento Barthes postula que el signo médico significa una enfermedad, así como el significante y el significado lo hacen en la lingüística. Sin embargo el signo médico necesita de un “soporte corporal”, no así el de la lengua en donde los fonemas no se soportan por una materia ajena a ellos. Ejemplo: un signo de gastritis: el dolor de estómago, necesita del estómago para ser signo. No puede existir el dolor de estómago sin existir antes el estómago.
Los signos médicos actúan en conjuntos de combinatoria: un conjunto de signos (fiebre, moco, tos, etc.) aluden a un significado (el resfrío). Sin embargo Barthes nos dice que también existen signos puros, o sea, signos que sin combinarse con otros significan una enfermedad. (como sucede con los Down, en dónde su característica facial peculiar alude única e instantáneamente al síndrome).
Además menciona que existen signos que remiten a sí mismos, o dicho de otra manera signos que son la enfermedad misma, como por ejemplo los de una enfermedad dermatológica que consiste en la aparición de manchas en la piel, siendo estas manchas los signos y la enfermedad a la vez. Lo compara con la autonimia lingüística, en la cual un signo se demuestra mediante el mismo.
Por último compara ambos lenguajes (el de la lengua y el médico) proponiendo que ambos poseen doble articulación, o sea, que con un número limitado de elementos (fonemas, palabras, signos médicos) se puede significar infinitos significados (ideas, enfermedades). Así los distintos signos médicos pueden repetirse en distintas enfermedades, pero en combinaciones distintas.
[…]la debilidad muscular, que podía pertenecer a la hidropesía; la palidez que podía pertenecer a las llamadas “obstrucciones”; las manchas en el cuerpo, que podían pertenecer a la viruela; las inflamaciones en las encías, que podían ser provocadas por acumulación de sarro: pero si se separan estos signos de cierto complejo, y se los reúne a todos en otro complejo se forma otra enfermedad: el escorbuto. Es decir, que se trata en el fondo de signos que pertenecen a distintas enfermedades y sólo su agrupación produce una especialidad mórbida que queda determinada en el esquema mismo de la doble articulación. (Barthes, 276)
Barthes, Semiología y medicina.

Elección estructura oral

Esta elección se basa en que, dentro de las tres estructuras, la verbal (vestido escrito) es la única en donde se aprecia en forma pura la pertenencia semántica; no presenta obstáculos al no poseer funciones prácticas o estéticas. Sirve para transmitir una información con un contenido específico, la moda.

Semiología y Sociología
La sociología puede funcionar como ayuda a la estructura oral. Esto por dos razones: A) La difusión de esta estructura a través de la revista es masiva, lo que genera que sea un hecho social. B) El análisis de esta estructura (vestido escrito) sirve al estudio sociológico, ya que prepara lo que será la estructura tecnológica (vestido real). Estructura que estudia la sociología para entender la moda.
La sociología estudia un modelo que es originalmente imaginado y que concluye en algo real. La semiología describe un modelo que es en un principio y en un fin, imaginario.

Corpus
“Lo que realmente importa en relación al proyecto semiológico, es constituir un corpus razonablemente saturado de todas las diferencias posibles de signos de vestimenta” (Barthes, 1967). La frecuencia con que se den las diferencias no tienen una mayor importancia, ya que lo importante, desde el punto de vista estructural, es la diferencia y no la repetición.

Descripción
En la descripción de la moda, la palabra aparece para resaltar, a través de tres funciones, lo que se muestra en la imagen. La primera función (de fijación), genera una percepción estática de la imagen para evitar diversas apreciaciones de la imagen. La segunda función (de conocimiento), es la que aporta mayor conocimiento de la imagen. Aporta informaciones que esta no puede dar. La tercera función (de énfasis), es la que resalta ciertas partes específicas de la imagen.
El fin de la descripción es “dirigir el conocimiento inmediato y difuso del vestido-imagen, por un conocimiento mediato y específico de la moda […] La imagen suscita una fascinación, la palabra un a apropiación; la imagen esta llena, es un sistema saturado; la palabra es fragmentaria, es un sistema disponible: reunidas, la segunda sirve para decepcionar a la primera.

Lengua y Habla como ejemplo de oposición
El objeto representado (vestido-imagen) y el descrito (vestido escrito) se oponen como lo hacen la lengua y el habla. “[…] la lengua ha surgido de la masa de palabras emitidas, sin embargo, toda habla es extraída de la lengua: esa dialéctica es, en historia, la de la estructura y del acontecimiento, y en teoría de la comunicación, la del código y del mensaje. […] con relación al vestido-imagen, […] el vestido escrito es institución (o lengua) a nivel dl vestido, a la vez que acto (habla) a nivel del lenguaje.” (Barthes, 1967).

El sistema de la moda

“(...) este trabajo no trata en realidad, ni del vestido ni del lenguaje, sino en cierto modo, de la “traducción” de uno en el otro, en tanto que el primero constituye ya un sistema de signos: objeto ambiguo, ya que no responde a la discriminación habitual que sitúa lo real a un lado, y el lenguaje al otro, y que escapa consecuentemente tanto a la lingüística, ciencia de los signos verbales, como a la semiología, ciencia de signos objetuales.” ( 11)

1. Los tres vestidos:
Al ver una revista de moda, lo primero que se aprecia es, por supuesto, alguna prenda de vestir, o una combinación de ellas. Normalmente, esto que vemos forma parte de una fotografía, a lo que podríamos llamar vestido-imagen. En algunas revistas también, aparte del vestido imagen, se encuentra una descripción del vestido: es el vestido hablado, el vestido verbalizado, transformado en lenguaje. Es el vestido escrito.
Sin duda, vestido-imagen y vestido escrito, remiten a exactamente la misma realidad, pero lo que en este trabajo concierne destacar, es que no poseen la misma estructura, (estructura definida por Hjemslev como “entidad autónoma de dependencias internas”). ¿Por qué no tienen la misma estructura, si ambas hablan de un mismo objeto? Pues parece obvio señalar que no están hechos con los mismos materiales, y estos no tienen las mismas relaciones entre ellos (esto va de la mano con lo anteriormente publicado en el blog, acerca de la definición de estructura).
El vestido-imagen está constituido por materiales que son “formas, líneas, superficie, colores, y la relación es espacial; en el vestido escrito, los materiales son palabras y la relación es, sino lógica, por lo menos, sintáctica.”
(17)
Vestido-imagen y vestido escrito son estructuras, pero estructuras que no necesariamente se confunden con su origen: esto quiere decir, que el vestido-imagen, no tiene que identificarse o igualarse con la fotografía, y el vestido escrito, tampoco debe hacerlo con el lenguaje.
El tercer vestido sería el vestido real, y es en él, donde los otros dos vestidos descritos anteriormente son equivalentes, pero no idénticos: entre el vestido-imagen y el vestido escrito, hay diferencias estructurales (de materiales y relaciones) y esto también sucede entre ellos dos y el vestido real. Ahora, ¿cuál es la estructura del vestido real? Se han nombrado dos estructuras, la verbal y la icónica. La tercera es la tecnológica, puesto que no se puede analizar sistemáticamente al vestido real si no es fijándose en su fabricación y en los elementos que la regularon.
Como hay tres estructuras del vestido, se habla de tres “shifters”, término utilizado para referirse a la traslación de una estructura a otra.
Del vestido tecnológico al vestido icónico: el shifter es el “patrón de costura, cuyo dibujo (esquemático) reproduce analíticamente los actos de fabricación del vestido” (17)
Del vestido tecnológico al vestido escrito: el shifter es la receta, las instrucciones de costura. Difiere entonces de la literatura de la moda: su fin es traducir el vestido, pero el vestido que aún no está hecho. Está constituido casi únicamente de verbos en modo apelativo y medidas. (Ej: Corte 2.5m x 1.3m de tela de razo y pliéguela de manera que los extremos horizontales coincidan)

De la estructura icónica a la estructura hablada: simplemente, describir un vestido en una fotografía “Estos bombachos diseñados por Jean Paul Gaultier tienen una caída suelta y pesada, contrastando con sus colores livianos: blanco, celeste, verde agua...”).

“La semiología describe un vestido que permanece imaginario de su principio a su fin, o, si se prefiere, puramente intelectivo; no lleva al reconocimiento de prácticas, sino al de imágenes.” (18)

Referencia:
Barthes, Roland, “El sistema de la Moda” Editorial Gustavo Gili, SA., Barcelona, 1968

Relación entre semiología y urbanismo

Relación entre semiología y urbanismo


Entendiendo a la semiología como la ciencia que se especializa en el estudio de los signos, y al urbanismo como la ciencia que se preocupa de la ciudad, es difícil plantear la relación que existe entre ambos. A pesar de esta dificultad, Barthes trata de dilucidarlo, desde su punto de vista, el de un ‘amateur’, entendido no como aficionado, sino como el de un ‘amante’ de los signos y la ciudad. Como buen ‘amateur’ de estos, Barthes cree en una semiótica urbana. Esto lo expresa claramente cuando dice que el “el espacio humano en general (y no el espacio urbano solamente) ha sido siempre significante.” (Barthes, 257)
Todo lo anteriormente dicho, se encuentra expresado, para partir, en el espacio geográfico, donde:

“El hábitat humano, la oikoumene, tal como la podemos entrever a través de la cartografía mental de un hombre como Heródoto, constituye un verdadero discurso, con sus simetrías, sus oposiciones de lugares, su sintaxis y sus paradigmas. Una carta del mundo de Heródoto, representada gráficamente, está construida como un lenguaje, como una oración gramatical, como un poema, sobre oposiciones: países cálidos y países fríos, países conocidos y desconocidos.” (Barthes, 258)

Luego, Barthes pasa a analizar el espacio urbano propiamente tal, mostrando como ejemplo a Víctor Hugo, que es de los pocos que “ha hablado de la ciudad en términos de significación” (Barthes, 258). Víctor Hugo concibe a la ciudad como una escritura, “como una inscripción del hombre en el espacio” (Barthes, 259). Otro que también se ha preocupado de este ámbito, es Kewin Lynch, que dice “encontrar la imagen de la ciudad en los lectores de esa ciudad” (Barthes, 259). Él intenta encontrar “en el espacio urbano las unidades discontinuas que, guardadas todas las proporciones, se asemejarían algo a los fonemas y los semantemas. Esas unidades las llama caminos, cercados, barrios nudos, puntos de referencia.” (Barthes, 259)
“La ciudad es un discurso, y este discurso es verdaderamente un lenguaje” (Barthes, 260). Esto es entendido como metáfora, pero lo que quieren los estudiosos del tema, es que ya no se conciba al espacio urbano de esa manera, sino como una ciudad con capacidad de expresarse con sus habitantes. Para poder “pasar de la metáfora a la descripción de la significación” (Barthes, 261), se necesita de la semiología.
Para orientarse en una semiología urbana, Barthes hace tres observaciones. La primera es que el simbolismo hoy en día, ya no se concibe como “una correspondencia regular entre significantes y significados” (Barthes, 261), ya que el término de léxico se ha vuelto caduca. Así es como en estudios acerca del núcleo urbano de distintas ciudades, han mostrado que este no es el punto culminante de ningún tipo de actividad particular. La segunda observación, es que el simbolismo tiene que definirse como el mundo de las correlaciones, y sobre todo de las que nunca se pueden encerrar en una significación plena. La tercera observación, es que la semiología nunca postula la existencia de un significado definitivo en la actualidad. Lo cual se refiere a que los significados son siempre significantes para los otros, y al revés.

“En este esfuerzo de aproximación semántica a la ciudad tenemos que intentar comprender el juego de los signos, comprender que cualquier ciudad, no importa cual, es una estructura, pero que no hay que tratar jamás y no hay que querer jamás llenar esa estructura.
Porque la ciudad es un poema, como se ha dicho frecuentemente y Hugo expresó mejor que nadie, pero no es un poema clásico, un poema bien centrado en un tema. Es un poema que despliega el significante, y este despliegue es lo que la semiología de la ciudad debería tratar de aprehender y hacer cantar.” (Barthes, 266)

Barthes, Roland "La aventura semiológica" 1990, Paidós Comunicación, Barcelona

IV.- Denotación y Connotación


Todo sintagma de significación posee expresión y contenido; la significación coincide con la relación de estos dos planos. Sabiendo esto, se puede generar que un sistema de significación sea un elemento de otro. Esto produce que dos sistemas se encuentren dentro de uno, pero que a la vez, permanezcan desligados el uno del otro.

De lo anterior, se origina que haya dos posibles maneras de desligar los sistemas, las cuales son opuestas: el primer caso es la semiótica connotativa y el segundo el metalenguaje.

En la semiótica connotativa “el primer sistema se convierte en el plano de expresión, o significante, del segundo sistema” (Barthes, 76). El primer sistema es el que cumple el rol de plano de la denotación y el segundo de la connotación. Un sistema connotado, “es un sistema cuyo plano de la expresión está constituido por un sistema de significación” (Barthes, 76).

Del metalenguaje se debe saber que “es un sistema cuyo plano de contenido está constituido por un sistema de significación; es una semiótica que trata de una semiótica” (Barthes, 76). En este caso, el primer sistema se transforma en el plano del contenido o significado del segundo sistema.

Barthes, Roland "La aventura semiológica" 1990, Paidós Comunicación, Barcelona

III.- Sintagma y sistema

El lenguaje funciona en base a dos ejes, estos ya son distinguidos desde el “Curso de Lingüística General” de Saussure. Saussure habla del plano sintagmático y del plano asociativo. El primero se refiere a la linealidad del lenguaje por la cual el valor de los signos se da en base a la oposición entre ellos, este plano abarca los elementos que se encuentran presentes de manera directa en la cadena de habla. El plano asociativo se sitúa en una dimensión diferente a la del sintagmático, ya que este hace referencia a elementos que no se encuentran presentes de manera directa en la cadena de habla sino que a través de asociaciones, como bien decía Saussure, que se hacen en base a la memoria, pudiendo así relacionar una palabra presente en el plano sintagmático con muchas otras ya sea por el significado de esta o por el sonido.

El plano asociativo de Saussure es a lo que Barthes llama sistema, y que otros autores llaman plano paradigmático, este plano se encuentra de manera mas clara en el sistema de la lengua, mientras que el sintagmático tendría esa relación mas bien con el habla.

Tanto lo sintagmático como lo sistemático se piensa que corresponden a formas de actividad mental, lo que implicaría entonces salirse de la lingüística, de esto se sigue que ambos planos deberían encontrarse en sistemas de significación que no sean el lenguaje. Así se da paso a la semiología y el análisis semiológico, el cual según Barthes consistiría en distribuir según los ejes del lenguaje (sintagma y sistema) los hechos inventariados.

Barthes, Roland "La aventura semiológica" 1990, Paidós Comunicación, Barcelona